Análisis de «Sekiro: Shadows Die Twice», la última joya de Miyazaki
Nos gustaría remarcar desde la Redacción de Bigotes que solo exponemos análisis de videojuegos que han sido jugados y testeados al 100%, tras conseguir su consiguiente trofeo de platino, todos sus logros, desafíos extra y/o conseguidos todos sus desbloqueables.
Todos conocen el dicho «quien más te quiere, más te hará llorar» y From Software nos quiere lo suficiente como para deleitarnos con un nuevo juego pero a la vez para hacernos llorar de la frustración, aunque es un camino en el que, al fin y al cabo, disfrutamos por todo lo que nos obsequian a los que buscamos un reto mayor. Aún tengo grabado en las retinas ese teaser donde el 90% de los que lo vieron dijeron «Bloodborne 2«. Algunos se decepcionaron al ver con el tiempo que no se trataba de la segunda entrega pero, el tiempo todo lo cura, y nos mostraron un nuevo juego de temática nipona en el que tardamos muy poco en encariñarnos sabiendo que el sufrimiento estaba a la vuelta de la esquina.
La historia de Sekiro: Shadows Die Twice nos cuenta como un personaje llamado Búho toma en adopción a un crío al final de una cruenta batalla donde le dará el nombre de Lobo y que adiestrará en el mundo del sigilo. Con el tiempo junto a su «padre», estarán al servicio del joven Lord Kuro, el famoso Descendiente Celestial que tiene el poder de ser inmortal. Por otra parte, nuestro villano Genichiro Ashina quiere hacerse con el joven amo secuestrándolo ya que piensa que así ganará la batalla que tiene por delante pidiéndole que comparta su don. Me gustaría entrar en más detalles pero eso conlleva a spoilear alguna que otra cosa, que deberían de haber sido uno de los antiguos mandamientos «No spoilearás».
En cuanto a detalles técnicos y gráficos, la calidad de From Software ha pegado un salto de calidad más que positivo. Ojo, no quiero decir que sus antiguas entregas se vean feas o regulares pero se nota la calidad en todos sus aspectos haciendo que, como en sus otros juegos, contemplemos una ambientación de sobresaliente, unos escenarios que van mejorando con el paso de la historia hasta llegar a escenarios de batallas de los que se podrían hablar durante años.
Su banda sonora en cualquier parte del juego (introducción, escapando del enemigo, batallas con minijefes y jefazos…), dan en el clavo, aunque no es nada nuevo viniendo de Yuta Kitamura ya que como confirmó en una entrevista: «Esta vez no era solo música de jefe como nuestros títulos anteriores, tuvimos que imaginar la música ambiental para áreas de juego abiertas, sonidos para cuando los enemigos están en alerta y también para los elementos de la historia”. Razón no le falta. Los efectos de sonido cumplen su trabajo haciéndote creer que estás en la misma batalla, en un campo de cerezos o buscando carpas cerca de una cascada.
Hablar de un juego de From Software es hablar de sus jefes y, en este caso también, minijefes. No os voy a engañar, serán batallas duras pero desde mi punto de vista no tan difíciles como en juegos anteriores. En Dark Souls y Bloodborne tirábamos más de fuerza bruta, pero en este caso nos espera más usar la táctica llegando a hacernos temblar las manos. La novedad es que únicamente podremos subir la barra de vitalidad por cada cuatro minijefes que matemos, y subir un punto de ataque por cada jefazo, lo que supone un reto mayor pero no imposible.
Su jugabilidad no llega a ser mala del todo pero es cierto que dependiendo de las zonas de batalla hay cosas que harán que sean más complicadas.
Por ejemplo, hay una batalla contra un simio de un tamaño considerablemente grande pero donde el escenario será gigantesco. Por otra parte, tendremos enfrentamientos en lugares tan pequeños y reducidos donde el auténtico enemigo será la cámara y además repiten un fallo del que yo pensé que aprenderían, como es el punto fijo. La clave del punto fijo es saber donde está el enemigo en todo momento pero hay partes en las que durante la pelea se quita solo poniéndote en una situación comprometida. Aún así, la satisfacción de eliminar a tu enemigo no te lo quitará nadie.
A diferencia de juegos anteriores, aquí el número de personajes que te encuentras es mucho más alto; el Búho, Emma, el enigmático Escultor y muchos más que se irá conociendo por nuestro paso en el Japón del Periodo Sengoku del Siglo XVI. Todos con su papel, sea desde el personaje que mejora nuestra prótesis hasta los oferentes que nos venderán objetos que nos serán más que útiles.
Y hablando de prótesis, será una de las novedades en este juego además de que podremos saltar, y es que podremos ir mejorando una herramienta de la que podremos sacar ventaja en varios duelos, desde lanzar shuriken potentes, pasando por defendernos con un abanico, hasta llegar a expulsar fuego por el mismo como si de un lanzallamas se tratase.
Su doblaje al español es bastante decente aunque, para gusto personal, lo suyo sería jugarlo con voces en japonés junto a su correspondiente subtítulo en español.
En resumen, Sekiro: Shadows Die Twice cumple con las expectativas haciendo que lo disfrutemos tanto jugándolo como sufriéndolo a sabiendas de que lo pasaremos tan mal como aguantar a final de mes haciendo que pueda acabar con nuestra paciencia, pero al fin y al cabo, ¿a quién no le gusta un buen desafío?.